jueves, 29 de diciembre de 2016
viernes, 23 de diciembre de 2016
lunes, 12 de diciembre de 2016
Las Jornaditas en la Iglesia de la Virgen
Esta tradición que se desarrolló en
torno a estas ferias mayores de Adviento fue la de las Jornadas o Jornaditas,
que consisten en meditar sobre los sucesos preparatorios al Nacimiento de
Cristo al hilo del evangelio lucano, en especial las penurias del viaje a Belén
de María y José, como Santos Peregrinos, para cumplir con el Censo del César
Augusto.
Surgieron en la Baja Edad Media al
hilo de la devotio moderna, que reflexionaba sobre la humanidad del Verbo, y de
la religiosidad popular franciscana, que promovió la piedad navideña, en torno
a las eucaristías de estos días, llamadas de Aquiland o Aguinaldo.
Se desarrolló toda una paraliturgia
dramática, sobre todo con cantos populares en lengua vernácula de
campanilleros, que describían la escena y le daban un significado místico,
hasta constituir una auténtica novena preparatoria de la Navidad con sus
propios ejercicios piadosos, en recuerdo de los nueve meses de embarazo de la
Virgen, que solían ir acompañados con la representación plástica o animada de las
escenas.
Sabemos por una consulta a la
Sagrada Congregación de Ritos del Maestro de Ceremonias de la Catedral, el
Presbítero Diego Díaz de Escobar, que se celebraban en Sevilla en 1677, que,
por su informe negativo, fueron mandadas suprimir.
Hoy se sigue practicando esta
tradición de las jornaditas, por ejemplo, en la Parroquia de Santiago de la
localidad aljarafeña hispalense de Castilleja de la Cuesta, a cargo de la
Cofradía de la Soledad. En la capilla mayor del templo se instala un tablado
con un gran decorado, que va cambiando diariamente, centrando siempre la escena
la imagen de la Virgen de la Soledad, grávida, a la que acompaña San José, una
cabalgadura, así como otros personajes secundarios.
El ejercicio piadoso, del que
tomamos los textos en cursiva citados a continuación, consiste en un acto de
contrición, la meditación sobre la escena de la jornada, nueve avemarías, que
se rezaban andando de rodillas, acompañando a los Santos Peregrinos, besando la
tierra a la frase “Y bendito el fruto de tu vientre, Jesús”, en adoración de la
Encarnación del Verbo en las entrañas de María, y se concluye con una oración
para cada día.
La primera jornada transcurre hasta
el Monte Tabor, en Galilea, donde había de transfigurarse el Señor, “donde
contemplarás la humildad y pobreza con que emprendió su viaje nuestra Purísima
Reina, no llevando otra cosa que un poco de pan y fruta para tan dilatadas
jornadas caminando por aquellos montes de nieve[2] en un pobre y humilde
jumento, y el Santísimo Esposo hecho paje de estribo de la Reina Madre,
llevando en sus hombros el fardito de la ropa y ajuar del Divino Niño, guiando
el jumento por las veredas más suaves. Contempla también como llegando en aquel
alto monte le forma entre las ramas un pabellón con su humilde capa para
resistir los aires fríos del riguroso invierno”. Todos los días se saca una
enseñanza: “mira que camino llevas para llegar al alto monte de la gloria, y
pídele a nuestros peregrinos sagrados te admitan en su compañía para llegar con
seguridad al Belén de la Gloria”.
viernes, 2 de diciembre de 2016
Un ladrillo que clausuraba la Puerta Santa de Santa María la Mayor de Roma en la Iglesia de la Virgen
Desde hace unos días se puede contemplar en la Cripta de la Iglesia de la
Virgen de las Angustias un ladrillo de la Puerta Santa de Santa María la Mayor de Roma,
que fue colocado tras el jubileo del Año 2000
y que clausuraba esa puerta hasta el reciente acabado Jubileo de la Misericordia
El antiguo rito
En la
Puerta Santa de la Basílica de San Pedro hoy se observa una puerta de bronce.
Anteriormente no existía. En los años que no eran jubilares había un muro que
impedía pasar por ahí.
Al inicio
de cada Año Santo se derrumbaba ese muro, permitiendo el paso para lucrar la
indulgencia plenaria. En esos tiempos se colocaban una puerta de madera por la
noche, cuando no se permitía la visita de peregrinos.
En el
jubileo de 1950, siendo papa Pio XII, se colocó la actual puerta de bronce en
ese lugar. Esa puerta se puede observar desde el exterior, pues por el interior
de la Basílica se observa un muro en los años no jubilares.
Por ese
motivo, desde 1500 y hasta 1950 el rito de clausura de la Puerta Santa no
consistía en cerrar las dos hojas de la puerta, sino en levantar el muro.
En este
rito, el Santo Padre bendecía con agua bendita los ladrillos usados para
clausurar la entrada. Esos ladrillos tenían grabados el escudo de armas del
papa.
La
construcción del muro la iniciaba el papa, quien colocaba ladrillos y argamasa
con una paleta ricamente decorada. Después, los albañiles continuaban con la
labor.
En el
interior del muro se colocaban algunas monedas. Al inicio las monedas
simplemente se insertaban en la mezcla. A partir de 1575 se ponían dentro de un
cofre metálico en el que también se colocaban las llaves de la puerta y un
pergamino en donde se hacía constar la apertura y clausura del Año Santo. Este
cofre se colocaba en el centro de la pared, y se dibujaba una cruz para indicar
el lugar en donde se encontraba.
A partir
del Jubileo de 1975 el rito de clausura de la Puerta Santa se modificó. El era
el último en pasar por la puerta, tras lo cual se limitaba a cerrar sus dos
hojas.
Después, se
leía el pergamino en el que constaba la apertura y clausura del Año Santo. Ese
pergamino, junto con monedas y las llaves de la puerta, se colocaban dentro de
un cofre de bronce. Hecho lo anterior, el papa celebraba la Santa Misa.
Posteriormente
se levantaba un muro de ladrillos en la parte interior de la puerta, en donde
se colocaba el cofre de bronce.
Esta
ceremonia se hacía también en las otras tres basílicas papeles por un cardenal
legado en los días previos.
En el
Jubileo del año 2000, que fue clausurado el 6 de enero de 2001, en la Basílica
de San Pedro se levantó una pared con 4,000 ladrillos que tenían una
inscripción en latín con el nombre del papa así como la fecha del año santo.
También se colocaron tres ladrillos dorados con el escudo de armas de san Juan
Pablo II. Dentro se introdujo una urna de bronce que contenía una medalla de
oro del vigesimotercer aniversario del pontificado de Juan Pablo II, 23 monedas
de plata correspondientes a los veintitrés años del papado y 17 monedas de
bronce que conmemoraban los años transcurridos desde el último jubileo. En el
lugar en donde se colocó el cofre se trazó una cruz que indicaba el lugar en
donde se encontraba.
En las
otras tres basílicas papales se levantó también un muro con ladrillos que
llevaban una inscripción en latín con el nombre del cardenal legado que cerró
la puerta, así como la fecha del Año Santo. Dentro de cada muro se colocaron
cofres con idéntico contenido, aunque realizados por otros artistas.
El rito en el Jubileo de la Misericordia
El Santo
Padre se dirigirá en procesión hasta la Puerta Santa, mientras se entona el
Himno del Jubileo de la Misericordia. Al llegar, iniciará la celebración con la
señal de la cruz. Después, hará tres invocaciones: una referente a cada Persona
Divina. Tras ello, dirigirá el saludo al pueblo.
Luego, dirá
una oración, a la que todos responden “Amén”. Concluida, se acerca a la puerta
mientras se entonará la antífona “O Clavis David”. Luego, el papa se parará en
el umbral de la Puerta Santa y orará en silencio unos momentos. Al final,
cerrará las dos hojas de la puerta.
Una vez
cerrada la puerta, iniciará la procesión hacia el altar, en la Plaza de San
Pedro. El Pontífice llegará al altar, lo venerará, y lo incensará. Se dirigirá
a la Sede, y la Misa continuará con el Gloria, prosiguiendo como de costumbre
hasta el final.
viernes, 18 de noviembre de 2016
miércoles, 16 de noviembre de 2016
Suscribirse a:
Entradas (Atom)